Existe un fascinante grupo de teorías sobre el comportamiento de los átomos y sus subpartículas que me está robando el sueño en los últimos días. Este grupo de teorías pertenece a un ramo de la física llamado física cuántica que se dedíca al estudio de fenómenos y comportamientos físicos de los átomos y sus subpartículas, como protones y electrones.
Hoy en día, tenemos acceso a un sinnúmero de experimentos científicos que prueban que estas partículas subatómicas se comportan de una manera extraordinaria desde el punto de vista del ser humano. Éstas pueden encontrarse en varios sitios a la vez, moverse en todos los sentidos a la mismo tiempo atravesar paredes y moverse en todos los sentidos al mismo tiempo.
Precisamente este tipo de teorías son las que me tienen un poco desconcertado. Pero bueno, no soy el único. Dichas teorías también desconcertaron al mejor físico teórico de la historia y uno de los padres de la mecánica cuántica, Albert Einstein. Albert Einstein trató de demostrar, durante casi 20 años de su vida, que la física cuántica estaba equivocada, de ahí su famosa frase "Dios no juega a los dados con el universo". El hecho es que Einstein fue incapaz de encontrar errores en la misma.
El mundo microscópico relevado por la física cuántica es un ambiente extraño donde reinan el azar y la incertidumbre y muchas posibilidades coexisten a la vez. No podemos conocer con precisión todas las características de una partícula subatómica. Estas partículas no tienen una posición ni una trayectoria definida, sino que se hayan en muchos lugares a la vez con distintas probabilidades. A este fenómeno se le denomina superposición. Pero si intentamos medir con precisión las características de un objeto cuántico su estado quedará radicalmente distinto al que tenía antes de la medición. Esto no se debe a un problema de los instrumentos de medida, sino a una característica intrínseca de la naturaleza cuántica.
Estos son los tipos de comportamientos que abren la posibilidad de fenómenos sorprendentes. Por ejemplo, una pareja de partículas puede desarrollar un tipo especial de relación llamado entrelazamiento. Cuando algo modifica el estado de una de las dos partículas, en el mismo momento se modifica también el estado de la otra. Esta conexión especial se puede mantener incluso si las partículas están en los dos extremos diferentes de una galaxia.
Teniendo en cuenta todos estos principios fundamentales de la física cuántica, surge la pregunta sobre los universos paralelos. Claro, porque si están pequeñas subparticulas la capacidad, o la propiedad, de estar en diferentes lugares a la vez, y nuestros cuerpos están compuestos por están partículas, quizás nosotros también existamos en algún otro universo en este mismo momento.
Además de todo este tipo de conceptos que se escapan a nuestra realidad cotidiana y que pueden causar dolores de cabeza, también existen muchos conceptos de la física cuántica que se utilizan en muchos sectores cotidianos como las telecomunicaciones o la medicina. Por ejemplo en la información que almacena el disco duro de nuestro ordenador está presente la física cuántica, así como en los DVD, los transistores, para todo tipo de tecnologías que utilizan el láser, el desarrollo de los chips de los teléfonos móviles, las imágenes por resonancia magnética y para la exploración del universo.
Personalmente, estoy convencido de que nos queda un largo camino por recorrer y muchos secretos por desvelar en el campo de la física cuántica. Estamos hablando de una rama de la física que es muy joven aún dado a que se formuló a principios del siglo XX por físicos y matemáticos de la talla de Schrödinger, Heisenberg, Einstein, Dirac, Von Neumann, Bohr o Richard Feynman. Tanto es así que más de noventa años más tarde muchos de estos conceptos resultan aún un misterio inquebrantable.